1. Estrés
El estrés prolongado inunda tu cuerpo de cortisol, una hormona que participa en tu sistema de lucha o huida. Para recargar el cuerpo después de un encuentro estresante, el cortisol hace que quieras comer más. Si el estrés es un estado casi constante para ti, esos niveles de cortisol se mantienen altos y te hacen buscar la comida.
2. Fatiga
Cuando no descansas lo suficiente, tus niveles de grelina (una hormona que te hace querer comer) suben. Mientras tanto, tus niveles de leptina (una hormona que disminuye el hambre y el deseo de comer) bajan. Estas dos hormonas controlan la sensación de hambre. El resultado: Sientes hambre aunque tu cuerpo no necesite comida.
3. Nervios
Comer es una salida práctica para la energía extra que viene con la sensación de nerviosismo. No sólo te da algo que hacer, sino que también te distrae de lo que te pone nervioso. También puedes controlar el estrés dejando de comer. Esto puede ralentizar tu sistema porque tu cuerpo piensa que está hambriento. Cuando finalmente comes, es más probable que te excedas.
4. Ansiedad
La ansiedad tiene una fuerte relación con los trastornos alimentarios. Los atracones pueden ser una forma de ayudar a controlar las preocupaciones y el estrés. Otras cosas, desde los genes, la depresión y los trastornos del estado de ánimo hasta los traumas, las adicciones o los abusos, pueden hacer que sea más probable que te des un atracón como forma de gestionar tus emociones.
5. Presión de los compañeros
No todo el comer emocional ocurre cuando te sientes mal. Es fácil dejarse llevar por la diversión de un evento social e ignorar las señales de que ya no tienes hambre, o sentir la obligación de seguir al grupo.
6. Alcohol
El alcohol disminuye tus inhibiciones, y eso incluye el buen juicio sobre cuándo y cuánto comer. También te hace más propenso a comer cosas menos saludables, como alimentos llenos de grasas y azúcar. Los estudios demuestran que la bebida afecta a la parte del cerebro que controla el autocontrol, lo que hace mucho más difícil resistirse a un sabroso tentempié.
7. Fotos de comida
A veces basta con el poder de la sugestión para que te apetezca picar algo. Los estudios demuestran que la publicidad con comida hace que sea más probable que cojas cualquier comida que tengas a mano y te la comas.
8. El coste de comer sin pensar
Comer cuando no se tiene hambre puede provocar un aumento de peso y otros problemas de salud, como problemas de azúcar en la sangre. Este ciclo insalubre no terminará a menos que seas consciente de tus señales y encuentres otras formas de responder a ellas.
9. ¿Necesitas comer?
El hambre real te golpea lentamente, y puede ser fácil de posponer. También es más probable que te sientas satisfecha con muchas opciones. La alimentación emocional o sin sentido aparece rápidamente y te hace desear alimentos específicos. También puedes responder a la disponibilidad de alimentos y comer porque la comida está ahí. Esto hace que sea más probable que comas en exceso, y que te sientas culpable después.
10. Cómo dejar de comer sin sentido
Encuentra salidas saludables para tus emociones, como el ejercicio o la meditación. Reúnete con amigos que puedan apoyarte en tu intento de comer de forma más consciente. Y mantén la comida basura fuera de casa. Así será más fácil estar sano si comes lo que sientes.
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